En el mes de diciembre tuvimos en casa, durante unos días, un perrito. Era un cachorrito que le habían regalado a mi tío. Era un mastín blanco con el hocico negro, era una monada. Pero todo lo que tenía de bonito lo tenía también de travieso. Lo mordía todo: las zapatillas, los cables, la ropa de la mesa camilla y lo que más le gustaba era morderme mis gemelos y perseguirme por toda la casa parecía que estábamos todo el día jugando al pillar. Fue divertido pero yo descanse cuando se lo llevaron por fín.
María Izquierdo Jiménez 3ºB
lunes, 13 de abril de 2009
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