lunes, 13 de abril de 2009

REDACCIÓN

En el mes de diciembre tuvimos en casa, durante unos días, un perrito. Era un cachorrito que le habían regalado a mi tío. Era un mastín blanco con el hocico negro, era una monada. Pero todo lo que tenía de bonito lo tenía también de travieso. Lo mordía todo: las zapatillas, los cables, la ropa de la mesa camilla y lo que más le gustaba era morderme mis gemelos y perseguirme por toda la casa parecía que estábamos todo el día jugando al pillar. Fue divertido pero yo descanse cuando se lo llevaron por fín.
María Izquierdo Jiménez 3ºB

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